Si tenemos que escoger una obra maestra entre las muchas que inundan el mundo del jazz, sin duda habría que elegir este Kind of blue. No se trata sólo de un disco, sino de un sonido elevado a mito con el paso del tiempo. Algo que, aunque parezca mentira, se puede extrapolar a las ventas pues ha llegado a ser el álbum de este género más vendido de la historia. Miles dio en el clavo, dejándose rodear por una de las mejores bandas que jamás se ha reunido y se reunirá en un estudio de grabación. Era 1959 y Davis venía de una década plagada de cambios en su música con el afán de buscar siempre su propia superación.

Reseña publicada originalmente en la página Blacksoundhistory.

Desde sus comienzos en el movimiento Cool (jazz desarrollado, sobre todo, en la costa oeste de EEUU por músicos blancos) en 1949 con ese imprescindible Birth of the cool, a su paso al bop con la formación de varios quintetos a principios/mediados de la década seguido del ascenso a poco menos que a Dios con la llegada de un Kind of blue cuyas líneas principales significaban un punto intermedio entre todas las corrientes jazzísticas que se habían dado hasta ese momento. Por esta razón puede considerarse la principal puerta de entrada al mundo de jazz, tanto del público aficionado que acaba de empezar como del que lleva ya varios años escuchando esta música. Para la elaboración del disco, Miles sustituyó a dos de los miembros más significativos del quinteto que había ido acompañándole a lo largo de los últimos años. El pianista Red Garland fue expulsado debido a discrepancias recíprocas entre ambos y al gran batería “Philly” Joe Jones le ocurrió lo propio. Wynton Kelly y más tarde Bill Evans, que a la postre se convertiría en uno de los mejores pianistas de la historia, fueron los sustitutos de Garland al piano y el batería Jimmy Cobb cogió el mando de las baquetas para tocar en uno de los mejores combos que jamás se habían creado. El resto se completaba con un joven saxo tenor llamado John Coltrane, el considerado mejor contrabajista de todos los tiempos, Paul Chambers y el propio Miles Davis a la trompeta. Sin embargo, Miles dio una vuelta de tuerca más a esta banda de titanes contratando al saxo alto Julian “Cannonball” Adderley, complementando así con su melosidad blues el sonido crudo del saxo de Coltrane. Por lo tanto el quinteto ya no era tal. Se había convertido en un sexteto. Un sexteto de fantasía todavía no superado. Pero hay una particularidad que hace único a este Kind of blue. Esta característica no es otra que la inexistencia de partituras en el proceso de grabación. En su lugar se repartieron simples bocetos de lo que Miles perseguía al comienzo de las sesiones. Por lo tanto, todo lo que se escucha en el disco es pura magia creada a partir de la interacción de los distintos virtuosismos personales de todos y cada uno de los instrumentistas anteriormente citados. Tampoco se ensayó previamente, por lo que este hecho adquiere más relevancia si cabe y pone de manifiesto la grandiosidad de la banda. Las canciones, aun siendo todas originales y compuestas por Davis, se han ido convirtiendo poco a poco y con el paso de los años en recurridos estandars, sobre todo “So what” con la introducción más famosa de la historia con ese bajo de Chambers y ese acompañamiento al piano y metales y “All blues” con una melodía que destila blues por todos sus poros. Cabe destacar también “Flamenco Sketches” con una melancólica trompeta que hace que te pierdas en todos sus recovecos y que serviría como preludio para su siguiente trabajo, Sketches of Spain, ya influído de manera notable por el duende del flamenco y por el emocionante Concierto de Aranjuez del maestro Joaquín Rodrigo. Completan el repertorio “Freddie freeloader”, un medio tiempo de una belleza sobrecogedora donde el pianista Wynton Kelly suple a la perfección a un Evans que, según se cuenta, puso su granito de arena, aunque su nombre no aparezca oficialmente en los créditos, en la composición del otro tema que nos queda y que se llama “Blue in green”. Kind of blue supuso la cima del jazz modal que se venía desarrollando desde unos años para acá y que estaba caracterizado por el tránsito por escalas a partir de alguna nota, en lugar de la habitual sucesión lineal de acordes. Esta obra simboliza lo más lejos que podía llegar un artista en esta época en cuanto a composición, improvisación, virtuosismo, capacidad etc… Aunque Miles Davis revolucionó posteriormente en numerosas ocasiones el mundo del jazz por su innovación y su visión creativa, esta es una oportunidad única para disfrutar de un álbum accesible pero a la vez vanguardista en el tiempo que le tocó vivir. Un disco que se antoja imprescindible. Tanto es así que es casi un deber escucharlo antes de introducirse en otro tipo de vicisitudes, sean jazzísticas o no. Kind of blue es la obra de cabecera por excelencia. Algo que debería estar siempre en tu mesilla de noche.

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