Preguntando a cualquier cantante o músico actual afroamericano sobre sus principales influencias la gran mayoría responderá dos fijos: Marvin Gaye y Stevie Wonder. Sin embargo, siempre citan a un tercero en discordia, incluso, en ocasiones, situándole por encima de los anteriores. Este “tapado” no es otro que Donny Hathaway. Pronunciar este nombre significa estar nombrando a uno de los músicos más importantes e influyentes de los últimos 35 años. Olvidado frecuentemente al nombrar a los grandes e injustamente tratado por los medios generalistas, desde aquí nos acercamos un poquito más a su figura.

Artículo publicado en el número 5 de la revista Soul Nation.

La gestación de un genio

Nacido en Chicago en 1945 pero mudado enseguida a St. Louis, Hathaway comenzó a cantar con su madre en la iglesia creándose de este modo una impronta que no le abandonaría en el resto de su vida. Su voz se forjó poco a poco y gradualmente fue dando rienda suelta a su extraordinario pianismo, asunto éste que desembocaría en su entrada en la Howard University de Washington, universidad de gran prestigio donde conoció a la que sería su gran amiga y compañera artística en varias grabaciones, Roberta Flack. Curtido y realizado ya como un músico con un talento extraordinario, empezó a hacer sus primeros pinitos serios al tomar contacto con el mundo del jazz en el trío de Ric Powell a mediados de los años sesenta. En estas vicisitudes estaba cuando se fijó en él un, por aquel entonces, desconocido Curtis Mayfield. Tal fue el talento que éste vio en el joven teclista y vocalista que enseguida le fichó para su propio sello, el mítico Curtom, discográfica que le abrió las puertas para ser uno de los compositores, teclistas y arreglistas más demandados por las casas punteras en aquellos tiempos (Stax y Chess entre otras) llegando incluso a poner su poderoso talento al servicio de artistas de la talla de Aretha Franklin, Jerry Butler, The Staple Singers o Carla Thomas. Su reconocimiento en los círculos próximos y no tan próximos iba adquiriendo cada vez más repercusión. Incluso se cuenta que cuando Stevie Wonder escuchó estos primeros arreglos vocales e instrumentales empezó a repartir entre sus amigos y productores grabaciones caseras de canciones en las que Hathaway intervenía, señalando que así era como él quería sonar. Hecho que quedaría en simple anécdota si no fuera por su protagonista, el maestro Stevie. Sin embargo, hasta 1969 su vida no pega un vuelco importante. Esto viene dado al conocer al saxofonista King Curtis, uno de los pioneros en introducir el saxo como instrumento solista en el soul. Curtis, figura clave de Atlantic por aquel entonces, emplea su prestigio para introducir a Hathaway en la plantilla de tan prestigiosa disquera, gracias a una maqueta que había grabado con su colega Ric Powell. El tema de la maqueta no es otro que un esbozo de su famoso “The Ghetto” en el que realiza una de sus interpretaciones más memorables tanto a nivel vocal como a nivel instrumental con esa excelsa facilidad al teclado y ese personal chorro de voz completamente impregnado del blues y del gospel de sus raíces. Los directivos del sello quedaron absortos ante tamaña demostración de facultades lo que se tradujo en una suculenta oferta para comenzar una carrera como solista. Hathaway, que declinó el ofrecimiento que el propio King Curtis le hizo llegar para sumarse a los efectivos de su banda, no lo pensó dos veces y firmó por Atlantic. La semilla ya estaba plantada, sólo faltaba que germinara y diera su fruto.

Prolijidad y depresión

Su primer disco no tardó en llegar. Publicado en 1970 y titulado "Everything Is Everything", incluía el éxito que lo introdujo en este mundillo, “The Ghetto”, y otras geniales interpretaciones en las que se ponía de manifiesto la multitud de recursos de los que gozaba el joven músico. Interpretaciones estas que quedan escritas con letras de oro en los anales de la historia del soul y que fraguan uno de los mejores ejemplos de su ilimitada capacidad artística. Un trabajo donde además nos deleitaba con sus innatas dotes pianísticas y arreglistas en una colección de pasajes musicales con influencias variables: soul, R&B, jazz, blues y gospel. Mezcla que sólo podía traer de la mano un trabajo de extraordinaria índole.

Tan solo un año después, en 1971, el mundo tuvo de nuevo noticias suyas al publicarse un segundo álbum homónimo, "Donny Hathaway", donde se incluía alguna de sus obras más conocidas, entre las que destaca esa versión del “A Song For You” de Leon Russell que nadie hasta ahora ha sido capaz de superar, ni tan siquiera igualar. Pero no todo eran luces en su vida. A pesar de que la suerte parecía sonreirle tanto en su vida profesional (en 1973 publicó con Roberta Flack el primero de sus dos álbumes conjuntos) como en su vida personal (por estas fechas venía al mundo su primera hija, Lalah), Hathaway vivía aquejado por una depresión crónica que atravesaba dolorosamente su alma, encerrándolo en sí mismo y no dejándole disfrutar ni participar completamente de su éxito. Aun así ese mismo año, 1973, vería la luz "Extensión Of A Man", un nuevo trabajo, el tercero de estudio, que traía una de las canciones de temática social más conocidas de la época, su “Someday We’ll All Be Free”. Pero para una persona cuyo sufrimiento interno, no sabemos a qué debido, iba in crescendo esto no significaba nada ni tenía ningún valor material y mucho menos espiritual. De este modo, al ver que nada le ilusionaba, Hathaway dio con sus huesos en el hospital teniendo que ser ingresado varias veces por la paulatina depresión que sufría. Cuesta creer que el gran artista pasara por un momento difícil, pero así era. Una de las figuras con más talento de los últimos años y en la cumbre de su carrera…deprimido, lo que no denotaba otra cosa que una difícil personalidad que le acompañaría hasta el fin de sus días.

Un final tan triste como inesperado

Una vez hubo salido del hospital y aparentemente restablecido, Hathaway se limitó a actuar en pequeños clubs (donde hubo material para, a la postre, editar tres directos) los cuatro años siguientes hasta que en 1977 su amiga Roberta Flack le convenció para volver a grabar juntos. Esta celebrada reunión dio lugar a una de las más emotivas canciones de la pareja. “The Closer I Get To You”, que así se llamaba, anunció un supuesto renacimiento de nuestro protagonista. Los amantes del soul no podían contener su alegría al percibir que la voz gospel por excelencia había vuelto. Voz que en este tema encarna el contrapunto perfecto a la dulzura inherente de la voz de la Flack. Tal fue el entusiasmo con que el público celebró su regreso que la canción llegó incluso a ocupar el número 2 de la lista de ventas en los EEUU. Aun con este éxito, Hathaway nunca volvió a ser el mismo. Su cabeza, dominada por una personalidad con demasiados altibajos, iba por unos derroteros tan alejados de lo mundano que jamás nos haremos una idea de lo que pasaba  realmente por su mente. Esto le hizo caer en la desgracia y, así, tocar fondo. Justo había comenzado a trabajar en otro álbum a dúo con su amiga cuando desgraciadamente el 13 de enero de 1979 encontraron su cuerpo en la acera justo debajo de la ventana de su habitación del decimoquinto piso del New York’s Essex House. El cristal había sido claramente manipulado y no había signos que indujeran a pensar que había habido un forcejeo por lo que las principales investigaciones se escoraron enseguida hacia la tesis del suicidio. Esto afectó decisivamente a sus familiares y amigos, entre ellos a su inseparable Roberta Flack que quedó traumatizada con la pérdida de su compañero pero que, sin embargo, sacó fuerzas de flaqueza y, a modo de homenaje póstumo, publicó sus últimas grabaciones conjuntas en 1980, "Roberta Flack Featuring Donny Hathaway".

Una influencia fuera de toda duda

Para la historia quedan sus innumerables recursos artísticos, su inigualable voz y su capacidad como instrumentista y arreglista. Esto no sólo caló en la época que le tocó vivir sino que hoy día sigue teniendo plena vigencia en artistas como Alicia Keys (que llegó incluso a versionar el “Someday We’ll All Be Free”), India.Arie, Kenny Lattimore, Rahsaan Patterson, Frank McComb, Joe, Gerald Levert, Donnie o Luther Vandross que en su último trabajo se atrevió con el “The Closer I Get To You” a dúo con Beyoncé en una de las versiones más sonadas y conocidas de los últimos años. Todos ellos recogen el testigo que les dejó. Éste no es otro que un sentimiento capaz de remover cielo y tierra y de ablandar el corazón más insensible. Injustamente tratado por la prensa internacional, Donny Hathaway fue, es y seguirá siendo una de las estrellas más rutilantes del firmamento negro. Su magia es soul, sí, pero se extrapola al resto de músicas aledañas. Es difícil expresar con palabras lo que se siente cuando uno lo escucha y lo que eso supone y aporta. Sobra decir que para el que escribe su influencia resulta vital. Tan solo tenéis que mirar mi firma y lo comprenderéis. Está claro que en los corazones de los que amamos el sentimiento por encima de todo siempre habrá un hueco enorme para el entrañable cantante de la inseparable gorra.

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