Hace algunos años un anuncio de una conocida marca de cola representaba la atracción sufrida por un grupo de administrativas de mediana edad ante uno de los macizos reponedores de esta bebida que en medio de la oficina mostraba su torso desnudo. Esta tórrida escena se desarrollaba con una canción de Willie Dixon de fondo: la famosa "I Just Want To Make Love To You" que ha cantado muchísima gente a lo largo de la historia de la música pop, blues y jazz. Sin embargo, la versión del anuncio estaba interpretada por una voz femenina atípica que cantaba casi sin vibrato, de una forma cruda al estilo del primer R&B de los cincuenta y con una gran carga emocional procedente del doo-wop de dicha época. Etta James cantaba así y, cuando supe que era ella la que estaba detrás de esa célebre versión, me ví obligado a comprar ipso facto su "At Last", su debut en solitario para la prestigiosa casa Chess, que le supuso gran éxito y reconocimiento pues, para ampliar el mercado y llegar al máximo público posible, James contó con un conjunto de cuerda que amortiguaba su profunda voz deudora del blues más ortodoxo. De esta manera, su ópera prima puede ser considerada sin ningún tipo de tapujo un híbrido entre un lujoso pop y un R&B preciosista y elegante pero a la vez nostálgico y desnudo. Por lo demás, todo lo que al repertorio le falta en originalidad (estándars del blues, R&B y jazz), le sobra en sentimiento y compositores como Harvey Fuqua (componente de los Moonglows y su pareja por aquel entonces con el que canta a dúo en algún corte), Berry Gordy, cabeza visible de Motown o el mencionado Willie Dixon ayudan a conseguir que este álbum sea lo que es: un imprescindible. Elegido en el puesto 116 del ranking de 500 discos que la revista Rolling Stone seleccionó hace unos años, "At Last" no puede faltar en una colección de música negra como la tuya.

Reseña publicada originalmente en la página Blacksoundhistory.

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