Cuando pensamos en southern soul o soul sureño no podemos obviar a uno de sus más importantes y conocidos representantes, Otis Redding. "Otis Blue" es, sin lugar a dudas, su mejor trabajo y uno de los discos más representativos de mediados de la década de los sesenta. Redding fue la cabeza más visible de un sello, Stax, que suponía la vanguardia en cuanto a un sonido sureño que recogía influencias del blues y del country que se respiraba en sitios como Memphis o Alabama y que brotaba como un canto de libertad allí donde la segregación racial estaba a la orden del día.
Reseña publicada originalmente en la página Blacksoundhistory.
Este hecho fue carne de cañón para la génesis del sonido característico de un Otis Redding que sobresalía gracias a esa voz rasposa, áspera y medio rota característica que tan conocido lo ha hecho en la historia de nuestra música. En 1965 se erigió en uno de los principales embajadores del soul con un trabajo, Otis blue, que significaría un particular homenaje a varias de las canciones que más mella harían en la persona del excelente vocalista a lo largo de su vida. Entre ellas había tiempo para un encendido homenaje en forma de tres temas que, otrora, fueron algunos de los más representativos de un Sam Cooke que había fallecido unos meses antes y que supuso su más directa influencia. Estas canciones son “A Change Is Gonna Come”, “Shake” y “Wonderful World”. El resto del álbum navega entre versiones y alguna, las menos, composición propia. Entre estas últimas cabría destacar ese excelente “Respect” que a posteriori popularizara Aretha Franklin o la balada “I’ve Been Loving You (Too Long)” que se convirtió instantáneamente en su mayor éxito y así permanecería hasta la llegada de su “Sentado en el muelle de la bahía” (“Sittin’ On The Dock Of The Bay”) grabado sólo unos días antes de morir. Las versiones incluídas nos muestran el amplio abanico del que se nutre la música de Redding pues podemos encontrarnos desde el “Rock Me Baby” de BB King, al “(I Can’t Get No) Satisfaction” de los Rolling Stones pasando por el “Down In The Valley” del enorme (física y artísticamente) Solomon Burke, todos filtrados por el tamiz de rhythm & blues existente en su voz. Alguien estará preguntándose en este momento por qué si es un álbum de versiones, es considerado el mejor de Otis Redding. Pues bien, esta pregunta queda inmediatamente contestada al escuchar el disco, pues Redding imprime una personalidad tan propia a las canciones que es necesario revisar el libreto en alguna ocasión para corroborar si son suyas o no. Algo a lo que también ayuda, y de manera significativa, el respaldo realizado por grandes músicos como su inseparable y mítico guitarrista Steve Cropper, los teclistas Booker T. Jones (Con su Memphis Group, MG’s, detrás donde se incluía también Cropper) e Isaac Hayes y el bajista Donald “Duck” Dunn proveniente de los fabulosos Mar-Keys. Aunque sobre todo, cabe destacar la función de los metales que, como no puede ser de otra manera, están inconmensurables en su papel. Joe Arnold (saxo tenor), Wayne Jackson (trompeta) y Andrew Love (Saxo tenor y barítono) dan buena cuenta de ello a lo largo de la media hora larga de duración del disco. Estamos ante una de las perlas del soul de todos los tiempos y una de sus piezas clave, sobre todo para entender el southern soul, el soul de raíz sureña. Otis Redding fue la cabeza visible de este movimiento hasta que un desgraciado accidente de avión segaba su vida y la de gran parte de su banda de acompañamiento, los Bar-Kays, en 1967. Otis contaba sólo con 26 años. Sus sueños se vieron truncados, pero su obra quedó para que su recuerdo, que de vez en cuando se presenta sin avisar en las mentes de quienes amamos su música, avive la llama de su leyenda.