John y Alan Lomax dedicaron su vida a grabar, a lo largo y ancho de todo el mundo, aquellas músicas que menos llegaban a los medios de comunicación. Suyas son algunas de las más fascinantes investigaciones acerca de sonidos floklóricos procedentes de los rincones más reconditos del planeta. Desde folk estadounidense a música caribeña y africana pasando por sonidos italianos e incluso españoles, este auténtico "pirado" de la etnomusicología es uno de los personajes más importantes del siglo XX en cuanto a música de raíz se refiere. Gran parte de su trayectoria estuvo dedicada a los espirituales, las work songs y el blues que los afroamericanos entonaban en las prisiones y plantaciones que proliferaban, sobre todo y a pesar de la abolición de la esclavitud mucho tiempo atrás, en el sur de los E.E.U.U.. No olvidemos que los Lomax son los responsables del descubrimiento, fruto de uno de sus muchos viajes, de dos de los bluesmen más importantes del siglo XX, Huddie Ledbetter más conocido como Leadbelly y McKinley Morganfield, a quien todos conoceréis por Muddy Waters. Durante la década de los treinta, los Lomax ya pisaron Parchman, la prisión más antigua y de mayor seguridad del estado de Mississippi, aunque no se conocen grabaciones de aquella visita. Menos mal que, entre 1947 y 1948, Alan Lomax decide volver para grabar de primera mano lo que allí acontece.

Más conocida coloquialmente como Granja Parchman, la penintenciaria era una antigua plantación de algodón ahora reconvertida en eso, en granja, un espacio donde los reclusos negros desarrollaban sus correspondientes trabajos forzados bajo la atenta mirada de los capataces. En ese mundo injusto y ruín que, prepotentemente, los blancos habían creado para su disfrute, se coló un Lomax ávido de encontrar nuevos artistas en potencia. De esta osadía nació la grabación cuyo nombre encabeza esta entrada. Dividida en dos volúmenes, el primero es una reedición del "Negro Prison Songs", obra maestra considerada el mejor documento sobre las canciones de trabajo y espirituales afroamericanos que se ha publicado hasta el momento y el segundo es prácticamente una continuación de éste con material inédito no editado hasta ahora. Es particularmente escalofriante lo que los presos/esclavos anónimos entonan aquí mientras realizan sus labores, con una hondura emocional que puede destruir hasta el corazón más frío debido a esos  marcados patrones de pregunta-respuesta tan típicos de este tipo de expresión cultural y esos espeluznantes coros arropando las crudas y desgarradas voces solistas que reflejan un dolor y una resignación que ahoga sólo con escucharlo. Interesantísimo resulta también la utilización de los propios utensilios que más a mano tenía esta gente, músicos en potencia, para crear el ritmo percusivo que se escucha en muchos de los cortes, destacando, por encima de todos, cuando, en algún caso, se vislumbran los propios soniquetes de los picos de los improvisados obreros golpeando en la piedra y en la tierra. Así pues estamos ante una obra de tamaña importancia y ante un documento único. Artistas anónimos que, sin saberlo, pusieron los cimientos sobre los cuales se erige todo el complejo andamiaje que conforman todos los géneros musicales aparecidos durante el pasado siglo y que van desde el jazz al rock, pasando por el funk, el disco, el hip-hop, la canción melódica o el pop, sólo por citar algunos. Una grabación esencial si te interesa investigar los orígenes de todo. Y si no, da igual, es una brutalidad lo mires por donde lo mires


Prettiest Train



Old Dollar Mamie



Rosie


No More, My Lord


Old Alabama

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