Esta mañana, mientras desayunaba antes de entrar al curro, en el telediario nos han ofrecido una vez más la terribles imágenes de los salvajes antentados que en 2001 asolaron Nueva York y los corazones de todo el resto de la humanidad. Pero me gustaría resaltar una cosa. Resulta paradójico que, desde que esto ocurrió, se silencie y ya no se recuerde el primer 11-s, acontecido en Chile, con apoyo total, todo hay que decirlo, de los EEUU de América. El 11 de septiembre de 1973 se fraguó uno de los mayores atentados contra la libertad y la democracia obrera que se recuerdan. El general y asesino Augusto Pinochet daba un golpe de estado y derrocaba al primer presidente socialista (no socialdemócrata) de la historia que había llegado al poder mediante elecciones, el doctor Salvador Allende. Con la connivencia, la ayuda y el asesoramiento de la CIA y la administración de Richard Nixon, se ponía fin al sueño de muchos desheredados y oprimidos de América Latina que vieron impotentes, una vez más, como sus ansias y anhelos de justicia e igualdad se iban al garete gracias a una panda de militares criminales. Con sus errores y aciertos, Allende siempre estará en mi corazón como uno de mis máximos referentes ideológicos. Por eso, desde este blog que acaba de echar a andar, no podía dejar pasar la oportunidad de brindarle este pequeño y humilde homenaje.

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