Finales del siglo pasado o principios de este. En un porche de una destartalada cabaña a orillas del río Mississippi un hombre negro, desdentado y harapiento mece su cuerpo al ritmo de una vieja melodía con estructura de espiritual. Sus dedos arañan las cuerdas de un instrumento, no tenemos muy claro en nuestra imaginación si un banjo o una guitarra. Entre los pocos dientes que le quedan, su cálido y curtido aliento empuja con sentimiento letras que versan sobre los sinsabores de la segregación racial, la pobreza, la marginación o el desamor aunque con hueco también para lo sexual y su voz contesta a la guitarra en un precioso diálogo que nos gustaría que no tuviera fin. Pero lo mejor de todo es que probablemente este hombre no tuviera idea de que en ese momento estaba creando la música moderna, la raíz de la que parte todo el entramado de ramas musicales existentes hoy día y que han crecido durante el siglo XX: Folk, country, R&B, soul, jazz, funk, Hip-Hop, rock & roll, rock, pop, disco…Este inocente ciudadano negro del sur estaba creando el blues, la madre de todas las músicas.

Artículo publicado en el número 7 de la revista Soul Nation.

De África a Mississippi

Los orígenes del blues se remontan, como no, a África. Allí los juglares o criots ya trazaron con sus cantos sobre sus religiones, sus hazañas y sus héroes propios lo que los esclavos procedentes del castigado continente convirtieron en costumbre para llevar lo más dignamente posible esas agotadoras jornadas de trabajo en la extensas plantaciones de algodón del sur segregacionista de los EEUU. Las canciones de trabajo (Work songs) y los espirituales eran su acompañamiento rutinario: ¿Quién no ha escuchado en alguna película sobre el tema esos cánticos mientras recolectaban el preciado producto? La estructura era sencilla, basada en un patrón de pregunta-respuesta, como la que a posteriori adoptaría el blues. Así, y en una sencilla evolución desde lo sagrado hacia lo profano (lo que le llevó a ganarse el apelativo de “música del diablo”), nació el estilo que nos ocupa. Normalmente la música blues era interpretada por un único cantante solista que se daba las réplicas a sí mismo con un instrumento de cuerda en las manos, usualmente una guitarra o un banjo. Aunque el impulso definitivo para la difusión del blues llegó con las primeras grabaciones allá por los años 20 del siglo pasado, existen muestras nítidas de la gran fama de la que disfutaba antes de esa fecha. A finales del siglo XIX y principios del XX, el ragtime era el sonido que dominaba el mundo de las composiciones. Sin embargo uno de sus representantes más relevantes, W.C. Handy, se convertiría en uno de los pioneros en escribir blues en partitura. Esa composición, llamada “St. Louis Blues”, fue una de las más primitivas muestras de este estilo y ha alcanzado tanta repercusión a través de los años que aun hoy se siguen haciendo versiones de ella. De este modo comenzó todo.

El Blues del Delta

Como en todos los géneros musicales, existen en el blues diferentes subestilos dependiendo de quien los interprete o de la zona donde planten sus raíces. Desde los citados años 20 son muchos los artistas que han ido aflorando en la historia de esta música. Tanto es así que los primeros grandes intérpretes proceden de esta época. El blues eminentemente rural y rudimentario caracterizado por la sencilla, que no simple, interacción de voz y guitarra fue el primero en salir a la palestra y Charlie Patton, Mississippi John Hurt, Leadbelly, Blind Lemon Jefferson, Lonnie Johnson, Skip James, Son House, Big Bill Broonzy o Blind Blake algunos de sus primeras espadas. En este tipo de blues la interpretación es apasionada, cruda, desnuda…capaz de tocar el alma con cada nota. Así lo pone de manifiesto Robert Johnson, para muchos el padre del blues moderno. Tan solo con un puñado de grabaciones en los años 30 Johnson logró conjuntar los estilos rurales del blues más arcaico y primitivo con el urbano de la época, algo más sofisticado. Es precisamente dentro de este ambiente urbano donde surgen las primeras damas bluesísticas que, además de poner de relieve el blues entre la comunidad afroamericana, acercaron este estilo al público blanco. Mamie Smith, Ma Rainey y Bessie Smith constituyen la terna más importante en el período de pre-guerra. Íntimamente ligado al blues se encuentra también uno de los principales y más practicados estilos de aquellos años, el boogie woogie.

El blues eléctrico: Chicago entra en escena

Durante la segunda guerra mundial y en los años posteriores de la década de los cuarenta aparece una ciudad clave en la historia del blues. Chicago era en ese momento una de las capitales más industrializadas y avanzadas de los EEUU. Allí, las prestaciones sociales existentes iban muy por delante que en el resto de ciudades de norteamérica. Esto generó un efecto llamada entre la población negra del sur. Harta de la discriminación racial, gran parte de la comunidad afroamericana sureña emigró, primordialmente de Mississippi, hacia Chicago y con ellos, muchos músicos de blues. Allí se gestaría la verdadera eclosión de un subestilo de vital relevancia para la comprensión del género: el blues de Chicago. Para el desempeño de esta función, fue primordial la fundación en esta misma ciudad de la discográfica Chess Records. Fundada por dos hermanos checos judíos, Phil y Leonard, la casa Chess vio debutar y crecer entre sus paredes a muchos de los músicos más destacables de entonces (Muddy Waters y Howlin’ Wolf, entre otros), junto al compositor oficial del sello, Willie Dixon, cuyo talento será clave para la creación de los estándars más conocidos y atemporales de la música blues. A finales de los años cuarenta y durante toda la década de los cincuenta sigue proliferando la aparición de distintos artistas que van poniendo en liza las guitarras eléctricas, las armónicas amplificadas, las baterías y los bajos, además de los metales. Bluesmen imprescindibles como Sonny Boy Williamson, Little Walter, Bo Diddley, Elmore James, John Lee Hooker, BB King, T-Bone Walker, J.B. Hutto y Freddie King se dan cita en esta etapa.

60’s y 70’s: El blues y otras músicas

El tránsito hacia la década de los sesenta se realiza con un blues casi plenamente electrificado. Es en este momento en el que surge la explosión de cantantes y formaciones blancas que copian el blues negro, lo adaptan a su rock para todos los públicos y se llevan el dinero y la fama que les había faltado a los músicos afroamericanos. Elvis Presley (cuyo éxito tantas veces atribuido a él, “Hound Dog”, es un blues de Big Mama Thornton, cantante negra), Los Beatles y los Rolling Stones (que toman su nombre de la conocida canción de Muddy Waters) son sus representantes más famosos, pero también John Mayall, Eric Clapton, Led Zeppelin, Deep Purple, Canned Heat, Janis Joplin o Johnny Winter. Asimismo también Bob Dylan reconoce que su música procede del blues de guitarra de madera. En este tiempo el blues negro sigue evolucionando en Chicago y la puesta de largo del soul y el R&B hace que surjan nuevos híbridos a los que, además de apuntarse bluesmen consagrados como BB King, Bo Diddley o Freddie King, se adhieren nuevos valores como Luther Allison, Albert King, Bobby Bland, Magic Sam, Little Milton, Otis Rush, Koko Taylor o Buddy Guy. Mención aparte merece la nada desdeñable influencia del blues en gente como Ray Charles, Aretha Franklin. James Brown, Esther Phillips, Marlena Shaw… pero eso daría para otro artículo. El uso ya asentado de metales, ritmos funk y líneas de bajo sincopadas será una constante en este estilo. Asimismo, músicos como Muddy Waters y John Lee Hooker comienzan a grabar con músicos blancos de rock creando el blues-rock. Los álbumes "Electric Mud" y "Fathers And Sons", ambos de Waters, pueden considerarse precursores de este estilo.

Blues contemporáneo

Acomodado en la variante más guitarrística del blues eléctrico, el blues de Texas aparece a finales de los setenta y principios de los años ochenta. El blanco Stevie Ray Vaughan y el negro Albert Collins dominan el panorama publicando en esta época los mejores álbumes de su carrera. Asímismo gente como ZZ Hill y Little Milton siguen haciendo soul blues y los viejos rockeros británicos siguen dando guerra al otro lado del océano. Es una época de cierto relax para el género, no surgen movimientos concretos, pero los que hay se terminan de asentar. De los noventa para acá el blues sigue vivo gracias a toda una generación de jóvenes músicos que se ha propuesto revitalizarlo desde sus raíces en todas sus vertientes pero, sobre todo, en la más cercana al blues procedente del delta del Mississippi practicado a principios de siglo: Corey Harris, Alvin Youngblood Hart, Eric Bibb y Keb’ ‘Mo son algunas de sus figuras más significativas, verdaderos estudiosos todos de la tradición del folk y del blues estadounidense, incluso con un gran componente africano como en el caso de Corey Harris.

Una repercusión imposible de obviar

Frecuente e injustamente olvidado, el blues siempre ha estado relegado a una posición secundaria cuando se trata de nombrar los distintos palos pertenecientes a la música negra. Sin embargo, y dada su vital importancia para el nacimiento y posterior desarrollo de todos los estilos musicales que conocemos hoy día, merecería no el primer puesto, sino un puesto de honor perpertuo. Sin el blues no existirían todos esos artistas que hoy veneramos: desde Duke Ellington y Charlie Parker a Steve Coleman o David Murray, desde Ray Charles y Sam Cooke a Common y De La Soul, desde Stevie y Marvin a D’angelo y Erykah Badu, desde Hi, Stax y Motown hasta Hidden Beach y Dome. El legado de Robert Johnson, Son House, Bessie Smith, Blind Lemmon Jefferson y más tarde Muddy Waters, Howlin’ Wolf, BB King y John Lee Hooker sigue presente en todos los que amamos la música en el más amplio significado de la palabra. Aun hoy día si prestas atención, se puede distinguir el lamento del blues en las cosas que escuchamos. Ciertas notas, ciertas melodías y ciertas armonías que siempre estarán ahí aunque sea de forma soslayada e implícita. Y es que ya lo dejó caer Memphis Slim en una de sus composiciones más sublimes: “Everyday I Have The Blues”. Cuánta razón tenía.

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