"Roban mi música pero me han dado un nombre". Algo así afirmaba Muddy Waters cuando en los años sesenta multitud de bandas y solistas blancos, británicos en su mayoría, saqueaban las arcas musicales del blues negro y lo llevaban a amplias audiencias. Uno de estos casos fue el de los Rolling Stones de Mick Jagger y Keith Richards. Tanto es así y tal fue la admiración que profesaban por los bluesmen afroamericanos que deben su nombre a una canción del propio Muddy Waters. El tema en sí data de 1948, pero esta es la estupenda versión con la que deleitó al público asistente en 1960 al Festival de Newport. El sentimiento que transmite es escalofriante y la conversación que mantienen música y voz, sencilla y llanamente, de lo mejor que puedes escuchar en la historia del arte del siglo XX.

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