El sábado 22, Sam Cooke hubiera cumplido 80 años. Oigo la respuesta: ¿Sam qué? Simplificando, la voz más cálida, más dúctil, más emocionante del siglo pasado. Escucharle es como paladear chocolate caliente derramado sobre un helado: un torrente de dopamina. Por Diego A. Manrique.
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